La oscuridad, esa oscuridad que no te deja ver nada y que a medida que pasa el tiempo se transforma en claridad y vas viendo siluetas. El hambre, tanta que parece que tus tripas se retuercen y llega un momento en que desaparece. La sed, te agobia y te estruja la garganta. El frío, grandes temblores a pesar de las mantas. El silencio, tan ensordecedor que no oyes nada, sólo el vacío y tus respiración profunda. La mente, que nunca para con sus pensamientos, lo más doloroso del mundo.
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