sábado, 31 de julio de 2010

El duendecillo y la niña del árbol


¿Cómo osas duendecillo a entrar en ese árbol que no es tuyo? Allí habita una dulce niña con un gran lazo en su trenza, que dedica con esmero su tiempo a llenar un tarro de miel. El duendecillo parece joven, tiene el pelo lleno de rizos de color caoba y lo esconde en un sombrero de lana, tiene los ojos como el reflejo del mar y una sonrisa pícara que le marca algunas arrugas. Además es muy sabio, cuenta fascinantes historias sobre las montañas y los ríos, y durante su relato no deja de rellenar con hojas secas de los arbustos su pipa de madera. Se encuentra como en casa, tranquilo, sonriente y sin dejar de anotar cosas en una libreta que saca del bolsillo.

La niña disimula su fascinación y evita la mirada de ese ser tan insólito. El pequeño duende sigue con la historia del pastelero del pueblo, un señor artesano de la repostería que le regala tartas y bizcochos para merendar. El duende sabio con gran descaro le ofrece probar uno de los bizcochos de yogur con azúcar glasé y ella no puede remediar probar un trocito.

Está tan rico que la niña hace caso omiso a su abuelo, que siempre le prohíbe conversar con extraños, y permite al duendecillo acercarse a la mesa de madera. Realmente ambos están disfrutando mucho de ese momento, ella ahora le cuenta las historias que conoce del mar y él sentado sobre los cojines la escucha con atención.

Continuará…

2 comentarios: